Resumen
Se suele decir que “para gustos, los colores”. Este adagio pone de manifiesto, de forma metafórica, que al igual que nuestros gustos, el color está en nuestra mente. Esos colores, que han inspirado a artistas de toda índole, tienen su origen en la interpretación que hace nuestro cerebro de la energía luminosa que llega a nuestros ojos. A su vez, esa luz interacciona de una forma determinada con el objeto, según su composición química, y el color percibido también podría cambiar en diferentes condiciones de iluminación. Tras analizar todos estos factores, se pondrá de manifiesto que el color de las cosas no es tan simple como parece “a primera vista”.