Resumen
Según una imagen bastante generalizada, tanto entre historiadores de la economía como de la tecnología, la ciencia y la industria han estado separadas durante la mayor parte de su historia. Sólo desde la llamada "Revolución Científico-Técnica" (Bernal) o "Segunda Revolución Industrial" (Landes) (1870–1914), ciencia, tecnología e industria se entrelazaron estrechamente, dando lugar a la industria basada en la ciencia, la tecnología científica y la tecnociencia. En este trabajo afirmaré prácticamente todo lo contrario. En los siglos XVI al XVIII, casi no había diferencia entre la química y las industrias químicas, y se produjeron numerosas interacciones debido al empleo de aparatos y materiales comunes. El recorrido que hemos realizado muestra que, entre 1500 y 2000, la química y la industria han estado siempre estrechamente relacionadas, si bien la naturaleza de la relación ha cambiado a través del tiempo. Durante los primeros tres siglos tras el nacimiento de la química como disciplina, las prácticas comunes de laboratorio constituyeron el más importante nexo entre química e industria. Posteriormente, las investigaciones de laboratorio adquirieron cierta independencia, aunque las cuestiones planteadas y los materiales usados estuvieron a menudo influenciados por la industria. También hemos podido comprobar que la innovación industrial nunca fue dependiente únicamente de las investigaciones químicas. Siempre fue un proceso mucho más heterogéneo.