La membrana plasmática protege a la célula de la entrada de moléculas bioactivas hidrofílicas como el ADN, proteínas, anticuerpos, etc. Los péptidos penetrantes en células (CPPs) son péptidos cortos, normalmente con carga positiva, que pueden atravesar las membranas celulares y liberar una gran variedad de cargos en su interior. Los CPPs pueden usarse para la entrega intracelular de nucleótidos, polímeros, nanopartículas, liposomas, péptidos y proteínas. Sin embargo, todavía presentan limitaciones de selectividad, escape endosomal y citotoxicidad. Por ello, resulta fundamental continuar estudiando los CPPs para el tratamiento de enfermedades con los agentes terapéuticos de nueva generación.
En el número de octubre-diciembre de 2005 de Anales de Química (páginas 51-53),[1] Castells introduce la noción de acidez y basicidad geométrica. En dicho trabajo trata de explicar los resultados obtenidos por Luecke en 1999 sobre la bacteriorodopsina.[2]
En los años 60 del pasado siglo y en consonancia con la segunda ola del feminismo, surgen los primeros estudios de ciencia y género. Estos estudios abarcan diferentes enfoques que relacionan la presencia de la mujer en la ciencia, bien sea bajo la figura de científicas o como sujetos a estudiar biológica o psicológicamente; identificando una marcada desigualdad entre hombres y mujeres desde cualquier enfoque. El estudio y la repercusión de este desequilibrio han establecido un área de investigación conocida cómo ciencia y género, cuyos análisis son cada vez más influyentes en el mundo de la ciencia y la docencia.
Palabras clave: Ciencia y género, invisibilidad, naturalización, barreras.